La tutela se ha afianzado como una herramienta ciudadana de transformación pacífica de los habitantes del territorio nacional, al garantizar la protección efectiva de sus derechos fundamentales y suscitar una cultura diferente instituida en el respeto de tales derechos.
La tutela es el instrumento que por excelencia, siembra en los ciudadanos la esperanza y la fe en la administración pública, pues tienen la convicción que sus derechos le serán restablecidos y muy posiblemente encontrar una positiva respuesta.
La tutela ha ayudado a mejorar las relaciones entre la administración pública y los usuarios de esta, y ello se denota, por ejemplo, en la agilización de pagos de pensiones, prestaciones sociales, obligando a las entidades a dar respuestas serias, concretas y verídicas a las peticiones de los usuarios, permite el control de ciertos tramites que atenten contra el debido proceso, etc.
La tutela es una herramienta amiga judicial, para que sea a través del ejercicio de la misma, se diriman sus problemas de manera ágil y eficaz, evitando que puedan presentarse trances sociales, pues los ciudadanos no creen necesario que la justicia deba llevarse a cabo por sus propios medios.